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martes, 20 de noviembre de 2012

Descubrí, aprendí y entendí que...

Descubrí que el mundo puede ser un lugar muy oscuro. Que las personas pueden ser malas porque así lo deciden y que al vecino puede no importarle lo que te ocurra. Aprendí que no todos los maestros pueden enseñar, que no todos los abogados pueden defender una causa y que de nada sirve una multitud de aletargados. Entendí que el amor sí es una enfermedad que te consume cuando no es para ti, que los amores del pasado nunca se olvidan y que nadie puede sustituir a nadie.

Deseé con todas mis fuerzas ser amada, querida, protegida y deseada, y al final terminé arrepintiéndome... puesto que se hizo realidad lo que yo tanto quería y descubrí que no siempre ser amada es bueno, ni que siempre los demás deben quererte solo porque sí. Entendí que no necesitaba a nadie para sentirme protegida y que ser deseada siempre tampoco era algo tan bueno. Comprendí el significado de la libertad... Libertad para pensar lo que yo quiero y no lo que tú quieres que piense. Decir lo que quiero y no lo que debo decir... Irme cada vez que así lo decida, sin la obligación de dar media vuelta y volver...

Entendí que mi problema no era la soledad sino el exceso de compañía. Que el problema no es la manera como me tratas sino la facilidad con que yo lo permito. Descubrí lo agradable de ¡pasar un diciembre en familia aunque sea solo un par de horas al mes! ¡Vale la pena! Porque la vida significa el riesgo a ser feliz, de encontrar a la vuelta de la esquina a esa persona destinada para ti!

Y por ultimo quiero que sepas que finalmente encontré a Dios... Que además siempre estuvo a mi lado. Le pregunté

¿Por qué me sentía tan sola si tu estabas allí?
Y el me contestó -Porque jamás me diste la oportunidad de entrar en tú corazón.
A lo que yo le respondí -Pero si yo creía en ti Señor.
Y el me corrigió -Creías y confiabas en ti misma. Nunca dejaste tus cargas en mis manos, siempre te oía pedirme ayuda, pero nunca esperaste por mi ayuda, siempre te apresuraste a hacerlo por ti misma.

¡Y a Dios hay que dejarlo actuar!

Feliz noche!